Gustavo Serrano, psicólogo de la
fundación Semillas de vida explica que la principal razón por la que el
adicto no tiene deseos de salir de la drogadicción, es porque ellos escogen ese
modo de vida. Los habitantes de la calle, siguen su única ambición, su
principal regla es consumir. Pues las drogas convierten al ser humano
dependiente de su uso, de su constante deseo de encontrar el placer y la
solución a sus problemas por medio de sustancias alucinógenas: el alcohol, la
marihuana, las benzodiacepinas, etc.
Los mal llamados “indigentes” han
llegado a ese estado de descomposición, no porque escogen ese modo de vida,
existe algo más allá de la simple acción de escoger. El génesis del problema
debe abordarse desde el motivo que llevó al individuo a probar las drogas. Pues
desde allí se puede encontrar una solución al adicto, y la familia juega el papel
principal, y así lo explica Gustavo Serrano “en realidad, para hacer un cambio
se necesita empezar desde la familia” es
de esta manera como muchos psicólogos como Gustavo Serrano abordan el tan
complicado asunto de la rehabilitación.
Por ejemplo; Motta fue un muchacho
que estuvo bajo el trabajo terapéutico de Gustavo Serrano, y encontró que el
motivo por el cual incurrió a las drogas como inminente salida, a causa de
la violencia tanto física como verbal por parte de su madre. En efecto, la
familia, juega más que un papel importante al momento de tratar a un joven con
problemas de adicción.
Ahora, ¿y si el habitante de calle no
tiene familia? El trabajo por parte de la fundación no entraría a colación, por
supuesto, no se desea tocar las delgadas fibras de la discriminación, pero,
fundaciones como semillas de vida son privadas, por ende, el habitante de calle
al no tener un familiar que le pueda brindar la ayuda monetaria para costear su
rehabilitación, se verá “obligado” a recurrir al estado como primordial ente de
ayuda. Desde luego, son muchas las personas que han deseado la rehabilitación
sin tener familia ni dinero.
Como muestra, está Carlos Alberto,
quien tras la muerte de su madre, su único familiar, recayó en las drogas al sentirse
solo y, además, lo afectó una enfermedad llamada vena varice, en su pie derecho, la cual lo imposibilita de
trabajar. El vicio ya no es un problema para él, la enfermedad es su verdadero
contra tiempo. Siempre se le encuentra en el centro de Bogotá; carrera séptima con calle 13, en la iglesia de
San francisco, diagonal al edificio Avianca. Allí recoge dinero, lo que los
transeúntes le brindas, y a diferencia de muchos él lo usa para comida y
vivienda.
Con lo anterior, se reafirma y se
generan otras preguntas, por un lado, las personas habitantes de calle escogen
su modo de vivir, la forma de conseguir dinero para sus necesidades y la manera
de gastarlo; puede ser en drogas o, comida y techo. Y por otro lado, es hora
replantearse la pregunta de ¿todos los
habitantes de la calle son drogadictos? Y ¿cuál es la ayuda que brinda el
estado a los habitantes de la calle?
Gustavo Petro en el año 2012,
mientras ejercía como alcalde de Bogotá implemento un discutidísimo y muy
cuestionado Centro de atención médica al drogadicto CAMAD. Este buscaba recoger
a niños, jóvenes y adultos que tengas problemas de drogadicción con el fin de
brindarles ayuda de manera afectuosa, pedagógica y terapéutica. El CAMAD era
una ambulancia pero con mayores medidas, o sea, más grande, dentro de él se
contaba con un toxicólogo, un trabajador social, una enfermera, un psicólogo y
un conductor. Los resultados de este
proyecto en 2014 según el secretario de salud del distrito, Aldo Cadena, en una
entrevista con Caracol Radio dijo que tras dos años de lanzado el proyecto, se
habían rehabilitado 45 adictos y otros 300 estaban en etapa de proceso
definitivo, en otras palabras, a portas de dejar la adicción.
Con base en lo anterior, se podría
decir que lo hecho por Petro no es que sea tan malo, se dispuso de un grupo de
personas especialistas en cada área para abordar el problema; desde enfermeros
hasta psicólogos, la idea iba bien, se estaba haciendo algo. Pero ese algo era
imposible de cubrir la totalidad del problema, porque existe algo más allá de
una persona que no puede salir de la drogadicción, de lo difícil que es, hay
una fuerza que aún es invisible para muchos, pero que está presente y tiene
dirección propia: El monopolio de las personas dueñas del mercado de drogas en
el Bronx.
Enrique Peñalosa, quien anteriormente
había recuperado lo que ahora se conoce como el parque Tercer Milenio; hace
unos años era el territorio más peligroso de Bogotá donde bandas delincuenciales
y drogadictos, lo usaban como refugio, se conocía como “El cartucho”. Bueno, el
Alcalde en ese entonces, los desalojó. Pero se pasaron al frente, a dos
cuadras, donde las organizaciones delincuenciales armaron su nuevo albergue, en
la calle 10 con carrera 15, y recibió un nuevo nombre o sinónimo del anterior
cartucho: el Bronx y la “L”.
Es importante aclarar que lugares como “5
huecos” y “El Bronx” ya existían antes del desalojo de “El cartucho”. En mayo
de 2016, nuevamente entró el alcalde a desalojar, para muchos, una intervención
exitosa, sobre todo para el alcalde. El problema se trasladó ahora, a la calle
6 con carrera 30, mejor conocido como los comuneros. El problema radicaba en la
carrera trece, bajó a la carrera 15 y ahora va en la 30. Si no se actúa de
manera inmediata, no sería raro esperar un cartucho en Fontibón.
La nueva administración de la
alcaldía de Bogotá se pronunció al respectó y ha dicho que hay una inversión de
$162.000 millones para atender a los habitantes de calle. Pero
surge un nuevo inconveniente, que la mayoría de las personas que son adictas
han escogido el estar en la calle como un “modo de vida”; como se reseñaba
arriba, se acostumbraron a pedir, a vivir del pueblo, a no pagar impuestos. Entonces,
la intervención del estado hacía los drogodependientes, se limita, ya que ellos
no desean adherirse a la propuesta de la alcaldía.
Con lo anterior, nace una nueva
pregunta. ¿Son los grupos delincuenciales quienes no permiten a los habitantes
de la calle acercarse a la rehabilitación? Un punto de vista punto de vista
podría ser que, detrás de los habitantes de calle, hay una gran mafia que está
reteniendo con amenazas a personas que quizá han tenido la voluntad de dejar
ese estilo de vida. Por supuesto que la droga amarra cada día más al consumidor,
llevándolo a un pozo sin salida, pero sin duda alguna, las personas que
distribuyen las drogas, ven al adicto no como una persona, sino como un bolsa
llena de dinero, ya que por mil pesos, el drogadicto es capaz hasta de matar.
A manera de ejemplo, de lo
anteriormente mencionado, Gustavo Serrano comenta que si un familiar llega a un
sitio como “El Bronx” o “5 huecos” a hablar con un adicto, este debe primero
pedir consentimiento al jefe, ¿Quién será?, seguramente es la persona que lo
tiene amarrado sin cadenas. No es
posible pensar un mundo con personas desde los extremos: desde las que dicen
que hay que matar a todos los habitantes de la calle y desde los otros, pocos
desde luego, quienes no los dejan entrar a la rehabilitación.
En conclusión, para encontrar una
respuesta al por qué es tan difícil la rehabilitación en necesario mirar al
pasado y ver que se ha hecho mal, desde lo individual como lo colectivo, desde
lo privado como lo público y desde lo familiar como en las calles. Encontrar
una solución a la problemática de los habitantes de la calle es, implantar de
manera obligatoria, el “reclutamiento” de personas que estén en constante uso
de sustancias alucinógenas, las cuales causan no solo deterioro a su estado
físico mental sino también un daño a la sociedad. Además, ayudará de esta
manera, a reducir el vandalismo y las mafias organizadas detrás de dicha problemática.
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