sábado, 22 de octubre de 2016

Trabajo Colaborativo Multimedia

Historias ciudadanas: Habitantes de calle


Gustavo Serrano, psicólogo de la fundación Semillas de vida  explica que la principal razón por la que el adicto no tiene deseos de salir de la drogadicción, es porque ellos escogen ese modo de vida. Los habitantes de la calle, siguen su única ambición, su principal regla es consumir. Pues las drogas convierten al ser humano dependiente de su uso, de su constante deseo de encontrar el placer y la solución a sus problemas por medio de sustancias alucinógenas: el alcohol, la marihuana, las benzodiacepinas, etc.

Los mal llamados “indigentes” han llegado a ese estado de descomposición, no porque escogen ese modo de vida, existe algo más allá de la simple acción de escoger. El génesis del problema debe abordarse desde el motivo que llevó al individuo a probar las drogas. Pues desde allí se puede encontrar una solución al adicto, y la familia juega el papel principal, y así lo explica Gustavo Serrano “en realidad, para hacer un cambio se necesita empezar desde la familia”  es de esta manera como muchos psicólogos como Gustavo Serrano abordan el tan complicado asunto de la rehabilitación.

Por ejemplo; Motta fue un muchacho que estuvo bajo el trabajo terapéutico de Gustavo Serrano, y encontró que el motivo por el cual incurrió a las drogas como inminente salida, a causa de la violencia tanto física como verbal por parte de su madre. En efecto, la familia, juega más que un papel importante al momento de tratar a un joven con problemas de adicción.

Ahora, ¿y si el habitante de calle no tiene familia? El trabajo por parte de la fundación no entraría a colación, por supuesto, no se desea tocar las delgadas fibras de la discriminación, pero, fundaciones como semillas de vida son privadas, por ende, el habitante de calle al no tener un familiar que le pueda brindar la ayuda monetaria para costear su rehabilitación, se verá “obligado” a recurrir al estado como primordial ente de ayuda. Desde luego, son muchas las personas que han deseado la rehabilitación sin tener familia ni dinero.

Como muestra, está Carlos Alberto, quien tras la muerte de su madre, su único familiar, recayó en las drogas al sentirse solo y, además, lo afectó una enfermedad llamada vena varice, en su pie derecho, la cual lo imposibilita de trabajar. El vicio ya no es un problema para él, la enfermedad es su verdadero contra tiempo. Siempre se le encuentra en el centro de Bogotá;  carrera séptima con calle 13, en la iglesia de San francisco, diagonal al edificio Avianca. Allí recoge dinero, lo que los transeúntes le brindas, y a diferencia de muchos él lo usa para comida y vivienda.

Con lo anterior, se reafirma y se generan otras preguntas, por un lado, las personas habitantes de calle escogen su modo de vivir, la forma de conseguir dinero para sus necesidades y la manera de gastarlo; puede ser en drogas o, comida y techo. Y por otro lado, es hora replantearse la pregunta de  ¿todos los habitantes de la calle son drogadictos? Y ¿cuál es la ayuda que brinda el estado a los habitantes de la calle?

Gustavo Petro en el año 2012, mientras ejercía como alcalde de Bogotá implemento un discutidísimo y muy cuestionado Centro de atención médica al drogadicto CAMAD. Este buscaba recoger a niños, jóvenes y adultos que tengas problemas de drogadicción con el fin de brindarles ayuda de manera afectuosa, pedagógica y terapéutica. El CAMAD era una ambulancia pero con mayores medidas, o sea, más grande, dentro de él se contaba con un toxicólogo, un trabajador social, una enfermera, un psicólogo y un conductor.  Los resultados de este proyecto en 2014 según el secretario de salud del distrito, Aldo Cadena, en una entrevista con Caracol Radio dijo que tras dos años de lanzado el proyecto, se habían rehabilitado 45 adictos y otros 300 estaban en etapa de proceso definitivo, en otras palabras, a portas de dejar la adicción. 

Con base en lo anterior, se podría decir que lo hecho por Petro no es que sea tan malo, se dispuso de un grupo de personas especialistas en cada área para abordar el problema; desde enfermeros hasta psicólogos, la idea iba bien, se estaba haciendo algo. Pero ese algo era imposible de cubrir la totalidad del problema, porque existe algo más allá de una persona que no puede salir de la drogadicción, de lo difícil que es, hay una fuerza que aún es invisible para muchos, pero que está presente y tiene dirección propia: El monopolio de las personas dueñas del mercado de drogas en el Bronx.

Enrique Peñalosa, quien anteriormente había recuperado lo que ahora se conoce como el parque Tercer Milenio; hace unos años era el territorio más peligroso de Bogotá donde bandas delincuenciales y drogadictos, lo usaban como refugio, se conocía como “El cartucho”. Bueno, el Alcalde en ese entonces, los desalojó. Pero se pasaron al frente, a dos cuadras, donde las organizaciones delincuenciales armaron su nuevo albergue, en la calle 10 con carrera 15, y recibió un nuevo nombre o sinónimo del anterior cartucho: el Bronx y la “L”.

Es importante aclarar que lugares como “5 huecos” y “El Bronx” ya existían antes del desalojo de “El cartucho”. En mayo de 2016, nuevamente entró el alcalde a desalojar, para muchos, una intervención exitosa, sobre todo para el alcalde. El problema se trasladó ahora, a la calle 6 con carrera 30, mejor conocido como los comuneros. El problema radicaba en la carrera trece, bajó a la carrera 15 y ahora va en la 30. Si no se actúa de manera inmediata, no sería raro esperar un cartucho en Fontibón.
La nueva administración de la alcaldía de Bogotá se pronunció al respectó y ha dicho que hay una inversión de $162.000 millones para atender a los habitantes de calle.   Pero surge un nuevo inconveniente, que la mayoría de las personas que son adictas han escogido el estar en la calle como un “modo de vida”; como se reseñaba arriba, se acostumbraron a pedir, a vivir del pueblo, a no pagar impuestos. Entonces, la intervención del estado hacía los drogodependientes, se limita, ya que ellos no desean adherirse a la propuesta de la alcaldía.

Con lo anterior, nace una nueva pregunta. ¿Son los grupos delincuenciales quienes no permiten a los habitantes de la calle acercarse a la rehabilitación? Un punto de vista punto de vista podría ser que, detrás de los habitantes de calle, hay una gran mafia que está reteniendo con amenazas a personas que quizá han tenido la voluntad de dejar ese estilo de vida. Por supuesto que la droga amarra cada día más al consumidor, llevándolo a un pozo sin salida, pero sin duda alguna, las personas que distribuyen las drogas, ven al adicto no como una persona, sino como un bolsa llena de dinero, ya que por mil pesos, el drogadicto es capaz hasta de matar.

A manera de ejemplo, de lo anteriormente mencionado, Gustavo Serrano comenta que si un familiar llega a un sitio como “El Bronx” o “5 huecos” a hablar con un adicto, este debe primero pedir consentimiento al jefe, ¿Quién será?, seguramente es la persona que lo tiene amarrado sin cadenas. No es posible pensar un mundo con personas desde los extremos: desde las que dicen que hay que matar a todos los habitantes de la calle y desde los otros, pocos desde luego, quienes no los dejan entrar a la rehabilitación.
En conclusión, para encontrar una respuesta al por qué es tan difícil la rehabilitación en necesario mirar al pasado y ver que se ha hecho mal, desde lo individual como lo colectivo, desde lo privado como lo público y desde lo familiar como en las calles. Encontrar una solución a la problemática de los habitantes de la calle es, implantar de manera obligatoria, el “reclutamiento” de personas que estén en constante uso de sustancias alucinógenas, las cuales causan no solo deterioro a su estado físico mental sino también un daño a la sociedad. Además, ayudará de esta manera, a reducir el vandalismo y las mafias organizadas detrás de dicha problemática.










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